Lo que para Albert Einstein no iba a ser más que una casa de verano en Caputh, un pequeño municipio alemán muy cercano a Posdam, situado entre dos lagos, se acabó convirtiendo en el escenario de los mejores años de su vida.
Todo se remonta a 1929, año en el que el Ayuntamiento de Berlín quiso obsequiar a Einstein en su 50 cumpleaños con un terreno. Tras muchas idas y venidas, Elsa Einstein (en la foto), la segunda mujer del científico, encontró un pequeño terreno en Caputh, situado entre dos preciosos lagos: el enclave ideal para Einstein, ya que era un gran aficionado a la navegación.
Aunque finalmente el Ayuntamiento no le concedió el regalo, el científico ya se había enamorado de la zona e incluso tenía un arquitecto para construir su casa: Konrad Wachsmann, así que decidió realizar su casa de verano igualmente. Wachsmann, un avispado arquitecto de Frankfurt, se enteró de que Albert Einstein quería una casa de madera y, como él era en ese momento el arquitecto jefe de la compañía constructora de barracas Christoph & Unmack AG, de Nieskya, vio en este proyecto una oportunidad ideal para prosperar.
Conoce la construcción de pérgolas de madera baratas como complemento a otros accesorios para una casa de madera
Konrad y Albert fueron íntimos amigos desde el principio y este último le ayudó a emigrar a Estados Unidos en 1940. Konrad, de origen judío, ya había tenido que abandonar Alemania y emigrar a Francia en 1938, año en el que, tras la 'Noche de los cristales rotos', se intensificaron las políticas racistas de los nazis frente a los judíos. Ya en Estados Unidos, el arquitecto colaboraría con Walter Gropius -fundador de la escuela Bauhaus- y desarrolló el 'Packaged House System' (1942), un diseño para casas que podía ser construido en menos de 9 horas, siendo así uno de los propulsores de las casas prefabricadas industrializadas.
Si dispone de un proyecto de urbanización de más de una casa, conozca cómo podemos ayudarle.
La casa de verano de Caputh de Wachsmann se convirtió en un remanso para Albert Einstein, que, a principios de la década de los años 30 gozaba de gran popularidad, y veía como podía emplear sin problemas a habitantes de Caputh sin que ellos tuvieran la más mínima idea de la relevancia mundial de aquel señor simpático al que le encantaban los niños.
Además, Elsa Einstein ejercía de "guardiana" para evitar que Einstein fuera molestado innecesariamente. En la casa de verano de Caputh los Einstein ni si quiera tenían teléfono, y las llamadas las recibía uno de sus vecinos. No es de extrañar pues que, para el científico, su vida en el pequeño pueblo alemán fuera prácticamente el paraíso.
De hecho, Einstein pensó muchas veces en mudarse definitivamente a Caputh, pero tenía numerosos compromisos la capital alemana, entre ellos las sesiones de la Academia Prusiana de la Ciencia, a donde debía acudir todas las semanas, por lo que siguió viviendo durante pequeñas temporadas en su piso de Berlín. Aun así, muchas veces eludía sus quehaceres y prefería volver a Caputh en lugar acudir a las sesiones.
Pero todo cambió en 1932. Einstein tuvo que abandonar el país bajo la amenaza del gobierno nazi, emigrando a Estados Unidos. Apenas un año más tarde, en 1933, el gobierno Nazi despojó a Einstein de su ciudadanía alemana, por lo que el científico jamás volvió a su casa de Caputh, y le quitó uno de sus bienes más preciados: su barco. La propia casa de verano también sería confiscada unos años más tarde, en 1935, junto a toda la fortuna del científico.
Según se cuenta, cuando Albert y Elsa Einstein dejaron la casa de verano de Caputh el 6 de diciembre de 1932, él le dijo a su mujer: "Antes de que dejemos nuestra villa esta vez mírala bien". - "¿Por qué?", preguntó su mujer. - "Porque no vas a volver a verla." Einstein recordó su casa de madera durante el resto de sus años en el exilio.